En este período he trabajado intensamente para garantizar en nuestro país los objetivos de la Proclama del 31 de julio.
Ahora nos encontramos ante un adversario que ha conducido a Estados Unidos a un desastre de tal magnitud que, casi con seguridad, el propio pueblo norteamericano no le permita concluir su mandato presidencial.
Al dirigirme a ustedes, intelectuales y personalidades prestigiosas del mundo, estaba ante un dilema: no podía reunirlos en un pequeño local, sólo en el teatro Carlos Marx cabían todos los visitantes, y yo no estaba todavía en condiciones, según los médicos, de afrontar tan colosal encuentro.
Opté por la variante de hablarles a todos utilizando esta vía. Es conocido mi pensamiento martiano sobre las glorias y los honores cuando dijo que cabían en un grano de maíz.
La generosidad de ustedes realmente me abruma. Son tantas las personas que me gustaría mencionar aquí, que nuevamente opto por no hacerlo y les pido perdón por mencionar un solo nombre: el de Oswaldo Guayasamín, porque él logró sintetizar muchas de las mejores virtudes de los aquí presentes.
Me hizo cuatro retratos: el primero, que pintó en 1961, se perdió. Lo busqué por todos los rincones posibles y nunca apareció. ¡Cuánto sufrí cuando supe que clase de persona excepcional era Guayasamín !.
El segundo fue en 1981 y se conserva en la Casa Guayasamín, en La Habana Vieja. El tercero, en 1986, se conserva en la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre.
Qué lejos estábamos él y yo cuando nos conocimos de imaginar que el cuarto retrato sería su regalo de cumpleaños en agosto de 1996 ¡Cuán inspiradas fueron sus palabras cuando dijo: De Quito y en cualquier lugar de la Tierra, dejen una luz encendida que regresaré tarde !.
De Oswaldo Guayasamín escribí un día al inaugurar la Capilla del Hombre: Fue la persona más noble, transparente y humana que he conocido.
Creaba a la velocidad de la luz y su dimensión como ser humano no tenía límites. Mientras el planeta exista y los seres humanos respiren, la obra de los creadores existirá.
Hoy, además, gracias a la tecnología, las obras y los conocimientos que el hombre ha creado a lo largo de miles de años están al alcance de todos, aunque aún no se conozcan los efectos que tendrá sobre los seres humanos las radiaciones de miles de millones de computadoras y teléfonos celulares.
En días recientes, la prestigiosa organización Fundación Mundial para la Vida Silvestre, WWF Internacional por sus siglas en inglés, radicada en Suiza y considerada mundialmente como la mas importante ONG que controla el medio ambiente global, declaró que el conjunto de medidas aplicadas por Cuba para proteger el medio ambiente la convertían en el único país de la Tierra que cumple los requisitos mínimos de desarrollo sostenible.
Esto constituyó un honor estimulante para nuestro país, pero de escasa trascendencia mundial, dado el peso de su economía. Por ello, el pasado día 23 le envié un mensaje al presidente Chávez que decía: Querido Hugo, al adoptar un programa integral de ahorro de energía, te convertirás en el más prestigioso defensor mundial del medio ambiente.
El hecho de ser Venezuela el mayor país de reservas de petróleo es de enorme trascendencia y te convertirá en un ejemplo que arrastrará a todos los demás consumidores de energía a hacer lo mismo ahorrando sumas incalculables de inversión.
Al igual que Cuba, productora de níquel, puede movilizar recursos por miles de millones de dólares para su desarrollo, Venezuela con sus exportaciones de hidrocarburos podría movilizar millones de millones.
Si los países industrializados y ricos lograran el milagro de reproducir en el planeta dentro de varias decenas de años la fusión solar, destrozando antes el medio ambiente con emanaciones de hidrocarburos ¿Cómo los pueblos pobres que constituyen la inmensa mayoría de la Humanidad podrán vivir en ese mundo? Hasta la Victoria Siempre.
Por último, entrañables amigos que nos han hecho el inmenso honor de visitar nuestro país, me despido con gran dolor, por no haberles podido dar personalmente las gracias y abrazar a cada uno de ustedes.
Tenemos el deber de salvar nuestra especie.
Fidel Castro Ruz, 28 de noviembre de 2006.
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